Cuando se habla del término de logística inversa, se entiende al proceso empresarial encargado de recuperar y reciclar embalajes, envases, residuos peligrosos, etc… Pero también se acuña este concepto a los procesos que se realizan en las devoluciones de clientes, retornos de excesos de inventario, inventarios estacionales o productos que ya son obsoletos.
Como se puede observar, el término de logística inversa posee una multitud de actividades incluidas en él, a las cuales hay que sumar la labor medioambiental. Una labor cada vez más buscada por los clientes a la hora de decantarse por una empresa u otra.
Y es que la logística inversa viene muy marcada por la directiva europea de envases y residuos de envases (DC 94/62/CE y DC 2004/12/CE), la cuales tiene como objetivo prioritario el establecimiento de las medidas necesarias para proteger la salud humana y el medio ambiente, reduciendo los impactos y mejorando la eficacia del uso de los residuos.
Se basa en tres principios fundamentales:
Al comparar la logística inversa, con la logística tradicional podemos encontrar algunas ventajas, como por ejemplo:
Sin embargo, a día de hoy, no todas las empresas, ni las instalaciones logísticas, están preparadas para afrontar el cambio a la logística inversa debido a la transformación necesaria en sus infraestructuras. Una barrera que cada vez tiende a ser menor.
Y es que, la logística inversa comienza a ser una necesidad cada vez mayor para las empresas, no solo por el impacto medioambiental y social, sino por los beneficios económicos que este tipo de logística puede aportar a las empresas que la practican.